“Tenemos fuentes disponibles en algunos lugares pero hay muchas partes del mundo, incluso de países como México, en donde si bien disponemos de agua no tenemos de buena calidad y eso es igual a no tener agua”, señaló la investigadora.
Con base en lo anterior la académica aseguró que todos buscamos cierta certeza sobre la calidad del agua que bebemos, sin embargo, aunque podemos tomar agua de la llave, tenemos muy arraigada la costumbre de tomar agua de garrafón y utilizar la del grifo para otras actividades.
Vega Amaya aseveró que esto se refleja en los resultados de una encuesta en Hermosillo donde se percataron que muchos oriundos de la capital sonorense tienen la costumbre de siempre tener botellas de agua a la mano, incluso cuando van de viaje a otras partes, buscando que sea agua de garrafón.
“Todos buscamos agua segura como una necesidad; agua tenemos, podemos tomar agua de la llave, pero buscamos agua segura. Vemos ahora el agua como si fuera un producto, más que como un derecho humano”, aseguró.
Purificadoras
Añadió que en Hermosillo existen 319 empresas purificadoras, lo que la convierte en la tercera ciudad metropolitana con mayor número de equipos de purificación de agua por habitante, además, de esa cantidad, 251 pertenecen a diferentes dueños y el resto pertenecen a la misma razón social.
Sin embargo, aseveró que no existe un padrón confiable, por lo que esta cifra podría elevarse por arriba de esa cantidad.
Además, a raíz de que existen 28 verificadores de la Secretaría de Salud en la Unidad de Control de Riesgos Sanitarios, mismos que se encargan de verificar las purificadoras de agua de monedas, así como restaurantes, tiendas, etc., propuso que lo ideal sería que existiera un departamento dentro de la secretaría encargada únicamente de las purificadoras de agua.
“Todos nos confiamos de que las purificadoras con despachador automático son lo más seguro para tomar agua, pero la realidad es que no hay una Norma Oficial Mexicana que se especialice en una estricta revisión en la calidad que esta maneja, porque incluso no hay un procedimiento establecido”, puntualizó la investigadora.
Un ejemplo es la diferencia del sabor del agua entre una purificadora y otra, esto debido al proceso de tratamiento que aplica cada una pues no existe ninguna norma que indique cómo purificarla el vital líquido.
Explicó que el municipio de Hermosillo ha sufrido bastante en cuanto a las dificultades del organismo operador de agua para abastecer a los ciudadanos, por lo que es importante adaptar los parámetros con los que medimos la calidad del agua, como serían los de la Organización Mundial de la Salud en lugar otros menos adecuados, como la Norma Oficial Mexicana.
Vega Amaya sugirió que se requiere hacer cambios institucionales y legislativos, con visiones a largo plazo, además de darle más herramientas a los Ayuntamientos para mejorar el servicio y ofrecerlo con mayor calidad y seguridad posible para el beneficio de toda la población.